agosto 11, 2009

- Y es que es inevitable - le decía Catalina a su mejor amiga Amalia todos los días desde que Pedro había fallecido.
- Cuando pienso en él se me caen lágrimas, de esas que son saladas y que no paran hasta que me las seco con el puño de la camisa, y sí, pasaron ya seis meses desde que no lo veo, de que no lo siento más, de que no me dice "vieja", de que estoy sola viviendo en una casa enorme - Catalina tenía los ojos grandes y bien abiertos, y hacía esfuerzo para cerrar su boca entre cada palabra, y poder respirar al mismo tiempo. Cuesta respirar cuando uno está angustiado, ¿sabías, no?

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