julio 12, 2005

hace las cosas pequeñas,
no las hace romperse,
pero siempre terminan en el piso en añicos.
- no dejes que las rompan - le imploré a su realeza.

nuevamente; lúgubre, como siempre te veías,
dejaste el manto, los zapatos, y ese peculiar montaje que te caracterizaba, diste una vuelta, me miraste, guiñaste tu ojo, y volviste a subir.

- ¿ por qué ? - pregunté sin remediarme.

y esperé que volvieses... aunque sin tu vestimenta sería inútil esperarlo,
pero sino, ¿ cuál era mi razón ?

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