octubre 26, 2010

Hay mucha gente a la que veo pasar todo el tiempo. De esa que usa sombrero de dos alas, corbatas con estampados graciosos, y pantalones que cuando se sientan le quedan cortos, esa clase de gente me da risa porque se cree seria hasta cuando está despeinada y muy de mal humor, mostrandose con el pecho hacia adelante cual mujer de fines de siglo XIX. Hay otra clase de gente que pasa, y pasa muy lento, arrastra los pies, mira sin ver, tiene los ojos chiquitos, porque les molesta el sol, los ojos muy claritos, y no se cuidan el pelo, están por excelencia despeinados y traen la ropa raída, y sus zapatillas por lo general están un poco sucias, son personas que caminan mucho, pero que son increiblemente amables y encantadoras, por su sencillez.
En general, a estas ultimas personas son a las que extraño. Porque son auténticas, pero al mismo tiempo pasan muy lento, y no vuelven a pasar otra vez, en cambio las que traen sombrero pasan siempre, apurados, pero una y otra vez, porque tienen la sensación de olvidarse algo, de retractarse, y en cuanto a mis amigos raidos, ellos no se arrepienten, no se olvidan, viven cada uno de sus sentimientos al máximo y se dejan llevar por sus pasos lentos, y sus pies que se arrastran.

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