septiembre 03, 2013

Todos tenemos esos momentos de transición. Creo que todos estamos en una transición constante, pero queremos hacernos la idea de que aveces estamos cómodos en un lugar durante un determinado tiempo sólo para poder acostumbrarnos a la idea de lo que va a venir después.
No tiene mucho sentido sino pensar en que todo el tiempo pensamos en lo que vamos a hacer, como un plan, digo, como algo que podemos controlar, como eso que decidimos ahora para después. No pensamos tanto en el presente porque está sucediendo, a lo sumo lo analizamos para ver si podemos cambiar algo de eso que estamos haciendo, pero apostamos al futuro porque es después, porque es la esperanza, es la segunda oportunidad del presente, de esto que está sucediendo ahora que puede volver a suceder y disfrazarse de otra forma. En cambio, bueno, el pasado es un poco más complicado, requiere de analisis, de regresión, de aceptación, mucho de dejarlo ir, es parte de nuestro presente y va a ser parte de nuestro futuro. El pasado siempre va a estar, nos va a acompañar, va a estar ahí recordándonos que ya sucedió y que va a seguir sucediendo a menos que planeemos algo distinto. El pasado lo tiene todo, nuestros recuerdos, la facilidad de remitirnos a momentos felices donde quisieramos volver y acurrucarnos durante toda la vida, y esos momentos que en general olvidamos, pero que por alguna razón, vuelven y dicen presente.
Lo cierto es que hoy, estoy en transcisión más que nunca. Hoy siento que por alguna razón, estoy en esas máquinas llenas de peluches y me eligeron a mí, y que con esa pinza gigante me agarraron, me atraparon, y me insertaron en el agujero para irme de mi zona de confort, de mi realidad de todos los días, de mi realidad de hace casi 24 años.
Duele, la verdad es que duele, lástima. Nos asustan los cambios, siempre pensamos en cambiarnos de ropa, de color de uñas, de peinado, incluso cambiar lo que siempre pedimos cuando vamos a comer afuera, porque nos da curiosidad saber qué es lo que hay atrás de eso nuevo que podemos llegar a elegir y que depende de nosotros. Yo no estoy asustada el día de hoy. Creo que es más una imposición de vivir en nuestra sociedad, donde te generan esa necesidad, esa ansiedad de poseer cosas todo el tiempo. De poseer un lugar donde estás cómodo, donde tenes tus cosas, tus personas, tu amor, y ese lugar lo posee todo, ¿sería como el paraíso, no? Yo descubrí que aunque siempre creí que estaba en mi lugar, no lo estaba. Estaba en el lugar, en el que justamente, alguien más creía que yo tenía que yo estar, alguien que había planeado mi bienestar, mis cosas, mis amigos, mis comidas, mis uñas, mi peinado. Hoy me desprendo de todo eso. Hoy encuentro mi nuevo lugar. No es de confort todavía, porque tengo acondicionarlo, porque en realidad mi lugar es de transición, es un lugar itinerante, que me acompaña, es nómade, porque está en movimiento constante y buscando nuevos caminos, es nuevo, no porque realmente nunca lo haya sino porque hoy estoy aceptando vivir en él. Hola cuerpo, hoy te acepto por dentro, y por fuera, tal como sos, tal como yo quiero que seas, tal como yo voy a costumizarte, tal como yo voy a hacer que seas mi zona de confort. Te voy a aceptar, te voy a cuidar, te voy a amar. 

No hay comentarios.: