mayo 12, 2014

Este último tiempo tuve muchos problemas de autoestima. Muchos problemas para poder quererme, valorarme, tanto a mi como a lo que hago, a todo lo que hago. Por un momento, había perdido el sentido. Estaba tan enfocada en poder complacer a los demás, que me perdí. I miss me. Porque sí, me perdí y me extrañaba. Ya no sucede eso. Me encontré, encontré esa pequeña parte de mí otra Gisela, la que sabía exactamente lo que quería, la que no daba un paso en falso, la que se equivocada orgullosamente, la que estaba orgullosa de ella misma, a pesar de todo. No sabía donde había ido, ni por qué, lo cierto es que ahora que volvió la abrazo todas las mañanas, le miro las manos, entrelazo mis dedos con los suyos, la beso, le sonrío, la hago sentise cómoda. ¿Por qué querer conformar a todos si yo no puedo conformarme a mi misma? ¿Qué sentido tiene mi vida si yo no soy feliz y los demás sí? 
El egoísmo está bien. Ser el centro de mi vida está bien. Quererme está bien. Soy dos personas: la que solía ser y la que soy ahora. La que soy ahora sabe que quiere saber la que era antes, pero no voy a volver a ser esa, porque esa me hizo la que soy ahora. Ahora soy Gisela, como siempre, pero como antes y como nunca más será.
El sábado me dijeron dos palabras muy valiosas. Tuvimos una conversación hermosa con Luciana. Ella es de esas personas que nunca en tu vida pensas que vas a conocer, y un día conoces. Nunca se rindió conmigo. Mi orgullo y yo no la dejamos entrar muy fácilmente. Lo cierto es que Lu nunca dejó de intentarlo. Estabamos por entrar al boliche donde ibamos a comer por su cumpleaños. Ella estaba preocupadísima por que llegaran sus invitados, caminando de una esquina a la otra buscándolos.

- Quedate tranquila, calmate, ya van a llegar - le dije con mi tono mas conciliador.
- Es que si Melisa no viene, yo voy a cortar relación con ella, porque no puede ser, no me contesta ningún mensaje, nada -
- Bueno, disfrutá con nosotros que estamos acá y olvidate del resto; A los que no vienen, no los invitas más- 
- Sí, la que más me dolió fue Agostina. Es mi mejor amiga, me hizo lo mismo que el año pasado -
- Bueno, estoy yo acá, la vas a pasar increíble- Le dije con todo mi orgullo desbordante.

Agostina no llegó, Melisa tampoco. Seguimos en la puerta tratando yo de entablar conversación con gente que no conocía y que me presentaban. Luciana vino corriendo, me abrazó y me dijo:

- Estoy muy feliz de que hayas venido, y tenes razón, la voy a pasar bien porque estas vos -
No supe que decirle. Le sonreí y entré al lugar.

Luciana cambió mi vida y no lo sabe.

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