diciembre 11, 2013

Ya cumplí años y no, no decoré mi casa.

Navidad es mi fiesta favorita. Desde que tengo memoria cuando se acerca diciembre me lleno de esperanzas y emoción. Le escribo la carta a papa noel y se la doy a mi papá para que se la entregue. El 8 decoramos toda mi casa con cosas lindas y como no tengo que ir al colegio siempre cocinamos masitas y comemos algo rico. Al otro día es mi día favorito en todo el año: Mi cumpleaños. Y así desde que tengo memoria. Esta es mas o menos, en síntesis, mi perspectiva de niña de 8, 9, 10, 11 y me atrevo a decir 12 años; Se veía todo tan brillante, tan increíble que, todavía escribiendo esto, me atrevo a decir que puedo verme y sentirme como esos días.
Hoy a los 24 años, dejé de decorar mi casa, y el 8 de diciembre es casi un día más. A veces me hace feliz que sea feriado laboral, entonces puedo dormir hasta mas tarde. Me genera un poco de ansiedad a la noche porque faltan pocas horas para que sea 9, mi cumpleaños. Siempre que se acerca el 8 me acuerdo de mi a los 8, 9, 10, 11 e incluso 12 años, radiante, expectante, feliz, y me pregunto ¿Qué pasó con esa yo? ¿Qué le hice? ¿Por qué ya no hago algo que me encanta hacer?
Hoy, después de muchos años, puedo reflexionar y pensar que cada año que vivimos, cada año que pasa, es un año más que socialmente te enseñan a vivir sin esperanza. Te enseñan que escribís una carta y pedís lo que queres a alguien que no conoces pero que dicen que te trae todo lo que deseas. Después lo ves en fotos, imágenes, en revistas y en las publicidades de Coca Cola muy contento entonces, te contagías de todo ese ritual rojo, verde y blanco que está por todas partes, ¿Qué puede salir mal?
Esperas un poco más y te cuentan que el año nuevo se está preparando para irse el 31 y ni bien tocan las 12 de la noche del 1 de enero, viene un nuevo año, y te llenas de esperanzas, comiendo pasas de uva, mirando fuegos artificiales, festejando algo que viene, que va a ser mejor. Con el correr de los años el Señor que traía regalos te cuentan que no existe, que son tus padres, tu misma familia que es la que te regala esas cosas que tanto querías y dejas de creer un poquito, perdes un poco de esa esperanza que te dieron porque sabes las limitaciones de tu familia entonces empezas a pedir, si es que todavía te atreves a pedir, algo que se acomode a su presupuesto. Lo cierto es que dudas, o al menos yo dudo, la afirmación de que el próximo año sea bueno, y el que se haya ido realmente se haya ido, que haya un nuevo y un viejo, un malo y un bueno, que todo lo que va a venir sea bueno y lo que ya pasó sea malo. Creo que hay una forma social de enseñarnos las cosas que me confunde y es justamente ese fomentar la esperanza para luego ir, paulatinamente, quitándotela con los años, de a poco. Y cuando te queda muy poquita, y no sabes como generarla (viene acompañada del olvido de los recuerdos de niño) empezas a ver por mucha gente intolerante y llena de enojo circulando por las calles y lo único que me pregunto es: ¿Qué les pasa? ¿No pudieron decorar sus casas y cocinar algo rico el 8? ¿ Tal vez ir a misa con su familia, sentarse en pasto y mirar un poco el cielo? ¿Acordarse de cuando eran chicos y creían en un señor vestido de rojo que les iba a traer regalos? ¿Qué pasa con la gente? ¿Están ciegos, no ven las pequeñas cosas increíbles que les pasa al rededor? ¿Qué es eso que tanto quieren y que no pueden tener y que los hace estar tan enojados y ser tan intolerantes con todos? ¿Qué les prohibe día a día no sonreir?
Supongo que entre esa gente estoy yo y tengo todas estas preguntas que responderme. Espero poder hacerlo antes del año que viene, porque hoy es 11 de diciembre, ya cumplí años y no, no decoré mi casa.

No hay comentarios.: